Un robot-serpiente diseñado por científicos de la Universidad de Leeds (Reino Unido) ha transmitido las primeras imágenes desde el interior de una pequeña cámara de la Gran Pirámide de Giza, en Egipto, convirtiéndose en el primer ojo que observa este sitio en los últimos 4.500 años.
Se cree que esta cámara constituye una enorme tumba construida para el faraón Khufu alrededor del año 2560 aC.
Se cree que esta cámara constituye una enorme tumba construida para el faraón Khufu alrededor del año 2560 aC.
Esta pirámide, único vestigio de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, cuenta con tres cámaras. La cámara de la base se asienta sobre la roca madre y las dos cámaras superiores se conocen como las cámaras de la Reina y del Rey. La red se extiende desde los muros norte y sur de la Cámara de la Reina hacia dos túneles, de unos 20 centímetros de ancho y de alto; no se sabe con qué fin se hicieron estos túneles, aunque se especula que conducían a una cámara secreta.
Esta vez los investigadores desarrollaron una “micro serpiente” capaz de acceder a rincones, grietas y esquinas, y así encontraron jeroglíficos de unos 4500 años escritos en pintura roja, y tallas en la piedra que podrían haber sido realizadas en el momento en que la cámara se estaba construyendo. Estos jeroglíficos, de ser descifrados, podrían explicar a los egiptólogos por qué se construyeron estos misteriosos ejes. El robot también mostró la parte trasera de la puerta de piedra por primera vez, donde se observan los pernos de metal como nunca se había visto antes, mostrando adornos que hacen creer que se trataba de elementos más ornamentales que funcionales.
Para algunos prestigiosos egiptólogos, como Kate Spence de la Universidad de Cambridge, este trabajo refuerza la hipótesis de que todo en estas cámaras debe de haber tenido un valor más simbólico que funcional, entre otras cosas atendiendo a que sus ejes están orientados de norte a sur y no de este a oeste, lo que hace pensar en una subterránea invocación a las fuerzas del cosmos, que se ha mantenido durante miles de años ajena a la observación de las civilizaciones posteriores.